CHINAS. Arantxa Echevarría atrapa con la mirada de las niñas

La directora ganadora del Goya por Carmen y Lola vuelve a sumergirse en un universo social y cultural de una forma muy fresca, con la mirada de las niñas que son protagonistas de la película. De la mano de varias niñas de origen chino y de sus familias permite conocer mejor las necesidades, sueños y anhelos además de las razones de sus posicionamientos y acciones.

La película toma formato casi de documental cuando la cámara se fija en los detalles de los ambientes, cuando sigue a sus protagonistas o cuando capta el dinamismo. De hecho, buena parte del elenco son actores y actrices no profesionales que ofrecen mucha frescura a lo que cuenta. Arantxa Echevarría ha acertado de pleno con la elección de la niña protagonista, Lucía, Shiman Yang, que con una sonrisa espontánea cautiva cada vez que aparece en pantalla, también ha acertado con su compañera de clase. Cuando ambas están juntas el humor, la ternura y la alegría brota en cada escena. Echevarría ha conseguido introducir el mundo infantil de los 8 o 9 años, algo muy complicado, con naturalidad y autenticidad. Cuando entra en escena la otra niña, Xiang, adoptada en un hogar de clase media, el contrapunto lo juega también con maestría al introducir el factor clase que en algunos casos crea más barreras.

Chinas, consigue adentrarse también en la adolescencia con la hermana de Lucía, Claudia, que mira la realidad ya no desde la ingenuidad y es capaz de articular una queja ante sus padres sobre su lugar en el mundo. En la parte adolescente se compromete con una realidad muy dura pero que también es creíble en un mundo donde la sexualización y la imagen en redes pueden causar un impacto tremendo en la juventud. No deja de lado la vida adulta representada en la madre y padre de Lucía y Claudia o el personaje de Leonor Watling o Pablo Molinero. Muestra una gran tensión en la adultez, aparece la duda sobre qué es lo mejor para sus hijas desde el interés por hacer lo mejor para ellas. Resuelve con mucho interés con la presencia de la parte de la familia que vive en China. La madre de Lucía y Claudia mantiene un contacto estrecho con su madre que vive en China, el nexo de unión con la tradición que la madre sostiene pero que las hijas van abandonando por el camino.

No nos podemos olvidar de otra mirada adulta, el personaje de Carolina Yuste, clienta del bazar, será un referente para Lucía y a la vez nos deja ver las relaciones de la joven con la madre de Lucía a la que quiere apoyar aunque vislumbre la distancia cultural. Carolina Yuste encarna igual que en Carmen y Lola un personaje secundario muy potente que ayuda a entender mucho y a dotar de humanidad a la historia. Una maravilla de actriz a la que cineparatodas quiere ver en muchas películas más.

Otro de los elementos reseñables es la presencia de la escuela. También era un elemento imprescindible en Carmen Y Lola. La educación pública se pone en el centro de la vida de las niñas siendo el espacio donde más tiempo pasan, conviven y ofrece oportunidades. La cámara se mueve sin jerarquías, no ofrece protagonismo a la figura de las maestras y se escuchan muchas voces además de ver varios espacios del centro escolar.

Se pone en el flujo creativo de otras cineastas que también tratan con autenticidad la vida de niños y niñas como Carla Simón con toda su complejidad. También es reseñable por tratar temas sociales como la inmigración, la inclusión desde la realidad en sí, desde la cotidianeidad. Algo muy difícil y de lo que tenemos pocos ejemplos destacables. Aquí es donde Arantxa Echevarría pone su seña de identidad creativa y donde deseamos que siga investigando porque se disfruta mucho además de ser un cine muy necesario y valioso con varias capas que se sale de caminos trillados.

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