La directora norteamericana, Su Friedrich, realiza en 1996 uno de los documentales pioneros en cuanto a aportar la mirada lesbiana en el cine. Además, cinematográficamente, lo elabora con una maestría inusual que contribuye a que sea una pieza difícil de olvidar y a la que haya que acudir cada vez que queramos contar historias. Su Friedrich es capaz de hilvanar tres líneas narrativas a la vez. La de unas niñas de 10 a 12 años de los años sesenta, que empiezan a vislumbrar y querer entender el mundo adulto, abordado desde la ficción. Por otro lado, testimonios documentales de mujeres adultas lesbianas que fueron adolescentes en los años sesenta y cuentan cómo fue su despertar a la vida adulta. Y en tercer lugar, imágenes de los sesenta que ponen verismo a la primera historia de ficción. Es una maravilla y una delicia al mismo tiempo cómo se van tejiendo las voces de todas las líneas narrativas y todas tienen interés en sí mismas y a la vez contribuyen a crear un mismo documental.
Realmente es una película única, estalla la cabeza la primera vez que la ves porque es una maravilla que Su Friedrich en 1996 tuviera esa intuición y esa fortaleza que solo la tienen pocas personas para adelantarse a su tiempo y crear una obra única, sin referentes anteriores. A la vez, es una obra profundamente respetuosa y honesta con las voces de las niñas así como con las mujeres adultas. Hay que verla, no se puede dejar pasar. Forma parte de la Historia del feminismo y del Movimiento lesbiano y un referente que hoy resuena como un grito de libertad y de que los sueños de las adolescentes de los 60 han tenido un relato cinematográfico que va a perdurar como una diamante al que habrá que volver muchas veces.