O CORNO. Jaione Camborda ganadora de la Concha de oro en San Sebastián con una película muy potente y original

Jaione Camborda ha conseguido crear una película de las que impactan y mantienen el interés de principio a fin. Engancha por la presencia humana como protagonista indiscutible y por precisamente, narrar uno de los momentos más intensos de la vida que es el nacimiento de las criaturas. Una llegada al mundo en el que las madres hacen un esfuerzo supremo por mantener el hilo de la vida. Camborda lo refleja con mucha naturalidad, lo narra con autenticidad porque conoce bien de qué habla. Nos regala una de las miradas más corpóreas y respetuosas que hemos visto en cine del momento de nacer.

Pero no solo se agradece su película por eso, también por poner en el centro del relato la libertad y soberanía de las mujeres con sus cuerpos a lo largo de la Historia. Gerda Lerner en La creación del patriarcado ya explicaba cómo uno de los puntos básicos del patriarcado en sus primeros momentos fue asegurarse el control de la reproducción y de este modo anular la libertad de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y su descendencia. El modelo social de 1971 hace que las mujeres tengan que tomar decisiones muy arriesgadas para su salud y aquellas que ayudan a aliviar la opresión social serán perseguidas de tal modo que sobre ellas caerá el ostracismo más duro.

Todo esto, con un fondo político muy potente, lo cuenta con una belleza de imágenes, con un guión muy bien hilado que genera un película que mantiene el interés hasta el final y queda redonda. Con respecto al tratamiento del contenido, hay que contener la respiración porque se palpa la dureza de algunas situaciones pero del mismo modo, no hay violencia gratuita ni escenas de crueldad superfluas. Sin embargo, la historia en sí, una historia que podemos intuir en nuestras genealogías cercanas no había sido tratada con esta claridad y carnalidad. Janet Novás, como protagonista, mantiene el misterio durante todo el metraje y magnetiza de tal forma que puede ser candidata a premios de la Academia.

Hay toda una literatura de gran interés con protagonistas mujeres que tienen un desarrollo vital extraordinario, el caso de Maddy y las fronteras de Edurne Portela puede ser un ejemplo. Se pone el acento en la experiencia vital femenina diferenciada por razón de sexo. Una experiencia que no había sido protagonista en el cine y que empieza a alumbrarse en algunas salas. Una suerte que haya cineastas y productoras como María Zamora que impulsen estas creaciones en un secano cinematográfico evidente.

Hay que agradecer a Jaione Camborda que haya tocado esta temática de la maternidad en un momento histórico relativamente cercano porque nos podemos sentir muy identificadas con las decisiones que la protagonista tiene que tomar y comprender cuáles son los apoyos que se le brindan en ese camino disidente.

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