ANATOMÍA DE UNA CAÍDA. La directora Justine Triet mantiene la intriga en cada segundo

Justine Triet a conseguido crear una historia donde la duda sobrevuela de principio a fin. Ante la muerte del esposo de Sandra se cierne la duda sobre ella a partir de algunas pruebas rescatadas de grabaciones del día a día de la pareja y de testimonios cercanos. Llega el juicio y vemos cómo funciona el sistema judicial, cuál es la verdad para la justicia, para el fiscal para la defensa. Se cuestiona el concepto de verdad a lo largo de todo el metraje, cuesta posicionarse a partir de un guión muy cuidado que se mueve sutilmente en la ambigüedad. La película se apoya en las palabras, en los diálogos en las frases que dan muchas pistas sobre el universo familiar que habitan Sandra, Samuel, el hijo de ambos Daniel y el perro que le guía como niño invidente que es. Con los documentos sonoros y los relatos de testigos se va construyendo una visión de esa realidad con muchos puntos de vista. ¿Cómo puede la justicia posicionarse ante datos parciales de una vida? ¿Dónde están los detalles de humanidad que arrojan luces sobre si una persona habita las luces o las sombras de la misma? ¿Cuáles son los estereotipos que hacen crear sospechas? ¿Cuál es el papel de las redes sociales en la creación de la culpabilidad? ¿Cómo afecta a la infancia el hecho de verse sumergido en situaciones emocionalmente extremas? ¿Cómo es el sistema judicial francés? ¿Cómo acompaña al niño protagonista? ¿Cuán importante es una buena defensa?

Son muchos los temas que abre en cada frase, en cada palabra con un lenguaje cinematográfico muy rico. Ahora bien, quien sostiene la película es la protagonista Sandra Huller, una de las mejores actrices europeas del momento. No hace falta mas que recordar su papel protagonista en Toni Erdmann para descubrir su valía actoral. En Anatomía de una caída Sandra Huller dota de una ambigüedad al personaje basada en la fuerza interior del mismo. Sandra vive la tensión en el juicio, con su hijo, con su abogado y la vemos en su relación de pareja e incluso en el feeling con el perro y apunta a un personaje complejo que se apoya en los múltiples puntos de vista que tiene una relación de pareja y en la complejidad de las relaciones humanas y el equilibrio en las mismas.

También es un descubrimiento el personaje del hijo, el joven actor, Milo Machado, será imprescindible para entender la historia y alguna de sus intervenciones demuestran mucho carisma para la corta edad.

A todo esto se podrían añadir muchas más reflexiones sobre cualquier diálogo y esto pone de manifiesto que estamos ante una obra muy rica en matices y muy recomendable para disfrutar en pantalla grande con unos escenarios nevados en los Alpes de ensueño y unas carreteras de altura que aumentan la tensión se asciendan o desciendan. Muy original e intensa. A esperar la siguiente de Justine Triet.

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