LAS BUENAS COMPAÑÍAS. Un filón narrativo por explotar al que Silvia Munt sabe encontrarle garra.

Silvia Munt se compromete con uno de los movimientos más interesantes y destacados de la transición: el feminista. El tema de la maternidad o mejor dicho del aborto estuvo en el centro de las preocupaciones de las mujeres y de las activistas en el tardofranquismo y en la transición. Sin embargo, el relato del activismo en esos años ha pasado de lado por uno de los temas cuyas protagonistas radicalmente consiguieron cambiar el horizonte que tenían las mujeres en la cuestión de la maternidad. En la actualidad se pone en valor, se conoce, entrevista y documenta la labor de esas mujeres aguerridas que tanto hicieron por el futuro de las mujeres que vinieron después.

Además de la cuestión de las maternidades se trata también el tema de la libertad sexual. En los 70 el lesbianismo político circulaba en muchos grupos con una fuerza poderosa. En esta película también aparece como una opción sexual que permite un compromiso político interesante para las mujeres activistas. Muchas de estas mujeres están a día de hoy entre los 60, los 70 y 80 años y han podido contar su periplo vital. Se las puede escuchar en jornadas, mesas redondas, congresos de Historia, Feminismo, Filosofía, Memoria Histórica pero no existe ficción para un momento histórico tan potente. Debería ser un género cinematográfico en sí mismo con la cantidad de cambios que generó y la de mujeres que se vieron implicadas en las redes de apoyo a la contracepción, en el movimiento en apoyo del aborto, en los apoyos a las mujeres que se fueron a abortar al exterior etc. Miren Egaña, Begoña Zabala, Zelaida Biurrun, Asun Urbieta son algunas de esas mujeres valientes que desafiaron a una sociedad patriarcal donde incluso sus compañeros de movimientos político sociales ignoraban en ocasiones sus luchas.

Este año hemos podido disfrutar de O Corno, ambientada en 1971, también con una capa fuerte de sororidad cuando otras capas de apoyo no están presentes ni se las espera han sido las mujeres solas las que han tenido que lidiar con la concepción y la contracepción, el mismo control del cuerpo de las mujeres por el sistema patriarcal que vemos en la película de Silvia Munt y un tratamiento diferente. Ahí está la riqueza, la temática está por contar, nadie lo ha hecho en profundidad y existe un buen número de directoras preparadas para ficcionar esta realidad tan rica y para parte de la sociedad desconocida. Una necesidad y una oportunidad al mismo tiempo.

En cualquier caso, Las buenas compañías está bien lograda en su empeño, se reconoce la sociedad vasca, se puede ver en ellas por ejemplo a las jóvenes de Rentería o de cualquier otra localidad y nos cuenta una historia vital muy necesaria. Muy recomendable por haber sabido acercarse a la fuerza del grupo y por contar la historia concreta de una joven. Así que a ver quién se anima a explorar este filón narrativo mientras las protagonistas siguen deseando narrar lo que les pasaba.

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